Jorge Hernández Fernández: Venezuela y su sube y baja



El baloncesto venezolano ha vivido momentos de éxtasis con una directiva que, más de una vez, ha opacado estos logros.  Casi 10 años de retrospectiva, Venezuela supo lo que es salir campeón en dos campeonatos de la región, ambos siendo anfitrión, algo que no pasaba desde 1991. Además, alzó el trofeo del Preolímpico 2015 que dio el cupo a las olimpiadas de Río de Janeiro 2016 y al último Mundial en China, luego de casi una década de ausencia.

La mayoría de los jugadores que están actualmente en la selección venezolana sobrepasan la treintena de edad y el Repechaje Olímpico rumbo a Tokio 2020, para muchos de ellos, será su última oportunidad para representar a la camiseta vinotinto. Sin embargo, con la salvedad de Michael Carrera, Miguel Ruiz y Gregory Echenique no está clara la camada de relevo para la generación que se va.


En toda la década, ninguna escuadra criolla pudo jugar un FIBA Américas U18 y las dos ocasiones que se pasó de ronda, fue en la categoría U16, pero nunca estuvo cerca de participar en un Mundial juvenil, lo no transmite buenas sensaciones.

Además de no figurar en el Sudamericano U21, que se jugó en Colombia, los talentos de Garly Sojo y José Bracho, si bien son una clara apuesta de futuro, no deja de ser un riesgo que suban de inmediato a la escuadra de mayores, salvo que se trabaje en un proyecto a medio plazo.

El poco fogueo, sumado a la incertidumbre de la puesta en escena de la Liga Profesional de Baloncesto (LPB), buscar nuevos jugadores es casi una utopía. Si todas las partes involucradas se alinean para poder sacar adelante el baloncesto nacional, de igual forma sería un milagro «soplar y hacer botella» a las primeras de cambio.


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